
¿Quién define los retos a la hora de diseñar un espacio?
¿Por dónde empezamos? ¿Qué es lo más importante que debemos tener en cuenta? ¿Quién lo decide? ¿Entrará en nuestro presupuesto?
Diseñar un espacio es un reto en sí mismo, pero si lo afrontamos de manera global y en solitario, puede parecernos una misión de gran esfuerzo y riesgo.
Aunque te apasione la arquitectura y el interiorismo, cuando se trata de diseñar espacios que compartes con otras personas, como espacios corporativos, educativos o los abiertos al público en general, son muchos los factores a tener en cuenta, y aglutinar todas las visiones y decisiones en una persona o departamento no es la solución más recomendable.
Es muy habitual realizar un Brief de diseño o Programa arquitectónico, donde se detallan las necesidades que se deben cubrir. Un ejemplo para una oficina sería: número de despachos, salas de reuniones y espacios comunes, espacios para instalaciones y archivo, etc. Normalmente este Programa de partida es fruto de una entrevista con los promotores del proyecto y de una investigación por parte del arquitecto o diseñador, quién una vez tiene consensuado el programa, comienza a diseñar.

A lo largo de estos años nos hemos dado cuenta de que esta fase inicial es de vital importancia para el futuro desarrollo del proyecto. El tiempo y recursos que le dediquemos a alinear a las personas implicadas y consensuar los retos, facilitará el avance del proyecto de una manera orgánica, en la que las ideas se maduran de manera colectiva, para que en el resultado se vean reflejadas las aportaciones de las personas que forman parte de la organización.

Pero, y esto, ¿cómo se hace?
En oopen hemos dividido este proceso inicial en tres fases:
La primera fase o “El Arranque”, que sería la más parecida a la clásica programación o brief de diseño.
La segunda fase o “La Investigación”, que además de la investigación del sector, tendencias y normativas, incluye la recopilación del conocimiento de las personas que forman parte de la organización o empresa que impulsa el proyecto, a través de entrevistas, observación de las actividades que realizan, talleres y cuestionarios, entre otras técnicas.

La tercera fase o “La Conceptualización”, es donde culmina esta primera gran parte fundamental del proyecto. Toda la información recopilada en las dos fases anteriores es analizada en el estudio, y el resultado es la identificación de oportunidades de mejora que se pueden potenciar a través de los espacios.

Estas oportunidades de mejora las transformamos en retos del proyecto, y son las personas de la organización las que eligen qué retos son los más importantes para ellas.
Una vez elegidos o priorizados los retos, realizamos un taller de cocreación, en el que una representación de todos los departamentos y usuarios del espacio, idearán soluciones a esos retos, ¡y sin condicionar la creatividad! Que ya nos encargaremos en oopen de hacerlas realidad.

El resultado: objetivos del proyecto madurados en equipo y consensuados de una manera dinámica y creativa. Las personas que van a trabajar, aprender, convivir y disfrutar el espacio han participado en su diseño dentro de un proceso pensado y adaptado a las dimensiones del proyecto.
¿Cuál ha sido tu experiencia a la hora de acometer un diseño de espacio? ¿Cómo te has sentido? ¿Cuál fue el resultado? ¿Has participado en algún proceso de diseño como el que te hemos contado?
